Los “busólogos”: pasión por los buses, transportes y el tunning

Se hacen llamar busólogos, estudiosos, aficionados de los buses. Un hobbie —como ellos mismos describen— que nació con la llegada de las “micros amarillas” donde la personalización y el “enchulamiento” o “tuneo” de las máquinas por parte de sus dueños era habitual. Hoy con el Transantiago, los busólogos luchan por mantener vivo el espíritu del transporte santiaguino contra la formalidad que intentan imponer las autoridades del rubro.

Por Diego Montenegro C. – Revista Replica

“Andén dos, empresa Condor Bus con destino Rancagua inicie su servicio” se escucha por los parlantes del Terminal Sur en Estación Central. A bordo: Un entusiasmado Juan Donoso. Sin embargo, su destino no es Rancagua, Juan esta ahí haciendo lo que más le gusta: Disfrutar otro paseo en bus.

“Aunque suene freak tú te entretenís po y puedes estar tres horas en el terminal porque siempre hay algo que ver”. Así describe Alex Maulén, fundador de Viajerobuses.cl a la afición que —junto a otros cientos de “busólogos”— lo ha marcado desde niño: los buses.

La intervención de Alex —en medio de una reunión de busólogos en su departamento— trataba de aclarar lo que es ser un amante de los buses, algo inexplicable para la mayoría de los aficionados a estas máquinas. En su tiempo libre suelen encontrarse con sus cámaras en terminales y garitas donde hacen lo que más les gusta: reunirse a conversar sobre buses y tomarles fotografías.

Juan Donoso es uno de ellos. Alto y de tez morena, recuerda haber pasado largos ratos en los terminales de buses, admirando hasta el más mínimo detalle de estos vehículos: “Yo estudiaba en la Uniacc, salía de Salvador hasta Provi, de Provi por Alameda hasta los terminales y me regodeaba viendo los buses que salen hacia el sur. Estaba en el terminal una media hora, quizás ninguna foto, pero era un gusto”.

Pero la actividad busóloga no termina en la calle ni con las visitas a recintos donde se encuentran “los fierros”, como ellos les llaman. Luego de la visita, llega el momento de compartir el contenido en los casi diez portales que se han creado con tales fines: debatir, comentar y cuestionar decisiones relacionadas al mundo del transporte es la actividad diaria que registran estos sitios. Así, sin miedo a burlas o malas opiniones, se convierten en testigos de la historia del transporte microbusero chileno y acumulan enormes cantidades de conocimiento acerca de todos los ámbitos que rodean al rubro.

“El único huevón que se atrevió”

Corría el año 2002 y Daniel Larenas, el que podría considerarse padre de la busología en Chile, llegaba con una buena nueva al país. Sabía que lo que sentía por los buses no podía ocurrirle sólo a él y decidió formar la Asociación Chilena de Busólogos (Achbus), de la cual surgió el sitio Chilebuses.cl. Larenas no estaba equivocado, pronto serían cientos los que se unirían al hobby a través de la red.

“Daniel fue el único huevón que se atrevió a mostrar en la red qué significaba el gusto por las micros”, explica Alex Maulén, quién en un principio —junto a todos los demás busólogos—era miembro de esta web. Sin embargo, según dicen, la rigidez en el control de la participación por parte de Daniel es algo que los llevo a formar sus propios sitios.

Para Pablo Navia,  ChileBuses.cl fue “la plaza donde sentarse a conversar de esto” y admite que llegó al hobby gracias al sitio de Larenas: “Cuando niño yo viajaba en bus y me recordaba de los modelos, las marcas, los chasis…un día busqué en Google imágenes y me encontré con Chilebuses y ahí empecé a mirar y a comentar”.

Uno de los aspectos más importantes para estos aficionados es el cuidado y la dedicación para con cada detalle de un bus: Desde su carrocería, pasando por su estado mecánico y finalmente estético.

Así, esta área del hobby vivió su apogeo durante el sistema de las denominadas “micros amarillas”, donde los conductores adornaban las máquinas a su gusto. Cortinas, focos y tubos de xenón eran comunes en varias de los buses de aquella época: “Se les dedicaba tiempo, amor y mucho cuidado en los detalles, daba gusto andar en una máquina con tuning porque se veía que la mantenían bien”, recuerda Juan con nostalgia.

Sin embargo el 10 de febrero de 2007 terminó con lo que alguna vez se había transformado en algo característico del transporte de pasajeros de Santiago. Los busólogos lo sintieron de cerca: “Antes los choferes trataban de diferenciar sus máquinas, cada bus tenía su apodo: ‘el margarita’, ‘el bucanero sandunguero’, la máquina para ellos era su casa. Todo se perdió con esta ‘uniformación’ de la flota que llegó con el Transantiago”, explica Waldo Herrera, busólogo especialista en transporte urbano y fundador de Micro-buses.cl.

La difícil labor busóloga

El Transantiago y el cambio radical que representó en la manera de transportarse en la capital, trajo consigo lo que los busólogos llaman estandarización. Es decir, eliminar toda diferencia entre las máquinas de pasajeros que circulan en la capital.

De esa forma, ya no existirían las personalizaciones y todo pasaría a ser uniforme: “Con la estandarización la tipografía que usan las máquinas se reglamentó: Cómo tenía que ser el letrero, el tema de las cortinas o lo de la radio, antes los choferes tapizaban con parlantes para atrás. Todo eso ahora está reglamentado”, explica el equipo de Viajero Buses.

Con el “nuevo régimen”, según ellos, la calidad del servicio pasaría a un segundo plano al quitarle la motivación a los operadores para tener un mejor trato hacia los pasajeros y las máquinas. Las últimas mediciones hechas por Collect-GfK en agosto del presente año, siguen dando bajísimas cifras de aprobación al sistema de transporte capitalino. Sólo un 16% de los santiaguinos está satisfecho con el plan.

Para la gerente de desarrollo de la Coordinación General del Transporte Público de Santiago, Carolina Simonetti, la estandarización de los buses corresponde a una intención por entregar un servicio más comprensible y ordenado para el usuario: “El sistema intenta formalizar la industria, por lo que existe un Sistema de Información Gráfica común para todos. El aspecto exterior e interior de los buses es parte de este sistema de información, y está sujeto a normas gráficas”, aclara.

“Acá se perdió el romanticismo”, afirma Pablo Navia. Diariamente, las máquinas adornadas son interceptadas y perseguidas por los fiscalizadores del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones y las empresas concesionarias encargadas del recorrido son multadas: Prohibido el tuning.

Próximo paradero

A pesar de todas las dificultades que han tenido en Santiago, los busólogos han extendido su “radio de afición” hacia los buses interprovinciales. En ese sentido, sin las restricciones que impone Transantiago, se entusiasman con la idea de participar activamente en las políticas públicas relacionadas al transporte tanto urbano como interprovincial gracias a los ricos vínculos con figuras importantes del rubro microbusero.

“Por ejemplo el dueño de Tur-Bus a raíz de nuestros comentarios por un cierto modelo de bus que trajo para Chile, dejo de traerlo, porque era un asco (sic)”, explica Juan. Asegura también que con todo el conocimiento que poseen acerca del transporte, están preparados para “aportar con ideas o soluciones”.

Para Ana Hidalgo, representante de la Federación Nacional de Buses (Fenabus) es importante tener una buena relación con los busólogos: “Tenemos una excelente relación con la gente busóloga, los hemos incluido en actividades importantes que tienen relación con la difusión de la labor que nosotros hacemos; como exposiciones de fotografías por ejemplo”

Alex y el equipo de Viajero Buses siguen aumentando su popularidad como sitio web. En un futuro no muy lejano no descartan la posibilidad de adquirir personalidad jurídica y funcionar institucionalmente. No niegan tampoco la posibilidad de postular a un Fondo para el Arte y la Cultura (Fondart), en el sentido de comprender a los buses y sus características como parte de la “urbanidad” de ciudades y carreteras del país.

Por su parte, Waldo Herrera sigue adelante con su proyecto Microbuses.cl y con la intención de aportar en la estética de las máquinas del Transantiago, pese a todos los esfuerzos en contra.

A aproximadamente cien kilómetros del departamento de Alex Maulén, el terminal O’Higgins de Rancagua recibe al Condor Bus de Juan Donoso. No alcanza a estar cinco minutos en el recinto cuando las ganas de subir a un bus nuevamente lo invaden. No sabe en qué máquina le tocará volver, pero si sabe que disfrutará cada segundo de viaje.